Vidas anonimas 2

Una vez mas las prisas me comen, no llego a ningún lado, el hielo del coche me ha retrasado, y ya es en punto y aun estoy aquí.
Atasco como siempre para salir del “centro ciudad”, lo que siempre ha llamado la plaza mayor. Menos mal que hoy los semáforos acompañan.
Es extraño, no sé porque he parado a recoger un autostopista, es mayor y el frío de fuera debe de hacer estragos, mi prímer acompañante anónimo. No habla mucho, solo para indicarme si no me importa acercarlo al pueblo siguiente. Esta bien vestido y tiene una corrección atípica, me comenta que vive con la hija, pero debe hacer unas gestiones en el otro pueblo. No consigo mucho mas, el silencio es nuestro compañero de viaje durante los 15 minutos que dura el trayecto. Aun no sé el porque lo recogí y más hoy cuando no tenia tiempo para hacer de samaritano.