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... Era se una vez una niña de 30 años, que no sabía vivir en el mundo que le había tocado, lo único que podía hacer es contemplar las vivencias de las personas a su alrededor, amigos, familiares o simplemente conocidos e incluso algún que otro ser que por casualidad pasaba por allí cerca de ella. Con estos pequeños jirones, retales de realidad prestados o robados hacia que su ser fuera formándose, creciendo como esas grandes colchas de trozos de tela, o los colases de revistas que en la escuela le obligaban hacer.
Pero en todos esos pedazos, no había nada suyo solamente la habilidad o el trabajo de componer todos eso pequeños pedazos en su obra, con su principio, final y un desenlace. Una obra donde los sentimientos son de terceras personas, los protagonistas son los otros y las descripciones de paisajes, o del mismo corazón del protagonista nunca era lo que veía o sentía nuestra niña de 30 años.
Si miramos de una forma restropectiva tenemos pequeños momentos robados a los demás. Vivir una vida que no es la suya.
Ahora esta robando la casa, el estudio, el ambiente, la música, el cariño de Pluto, incluso la caída del sol a través de la ventana, y lo peor es que esta cómoda, esta disfrutando de este momento como si fuera suyo.
-No se alguna vez encontrara su hogar?, su yo?, que no dependa de los demás sino de si, sus cosas, su obra, su música, su amor, sus sentimientos, su yo, en toda su plenitud o decadencia, pero ..... SUYO.